Cerveza, una bebida hecha por Dioses

Cerveza, una bebida hecha por Dioses

Cerveza, una bebida hecha por Dioses

Hoy en día bebemos cerveza como si ésta hubiera aparecido en el mundo de la nada, sin embargo, el origen de la cerveza es muy remoto.

Los historiadores y antropólogos la localizan en épocas muy antiguas de civilizaciones ya extintas, como la sumeria. coexistiendo junto a los seres humanos desde tan lejanos tiempos, por lo tanto, no es de extrañar que la mitología aporte su versión al respecto y atribuya su aparición a un regalo de los dioses que el propio Osiris nos enseñó a elaborar.

Los egipcios atribuían la creación de la cerveza a Osiris, el dios de los muertos y de la agricultura, Osiris dio de beber cerveza roja a Sejmet, una leona sangrienta y asesina. Ésta criatura había sido enviada por el dios Ra para castigar con crueldad a los humanos y darles un escarmiento, pero Osiris intentó hacerle creer que la cerveza roja que le estaba ofreciendo era la sangre de los hombres que, presuntamente, habían sido castigados con la muerte. Sejmet bebió hasta saciarse y, tras unos momentos de embriaguez, acabó transformándose en Hathor, la diosa de la danza, de la música, de la alegría, del amor, de las fiestas y de la embriaguez. Otra versión, también propia de la mitología, afirma que la cerveza fue, en realidad, un regalo que hizo la diosa de la luna, Isis, hermana y esposa de Osiris, echa para los hombres.

En el antiguo Egipto, la cerveza era uno de los alimentos más importantes de la dieta diaria, los fabricantes eran liberados de realizar el servicio militar y tanto las autoridades como los soldados recibían parte de su salario en cantidades de cerveza.
La cerveza era llamada «heneket» y era, junto al pan, parte de la alimentación básica, tanto en la vida diaria como en cualquier ceremonia, religiosa o funeraria, estaba presente.

Desde la antigüedad, la fabricación de la cerveza, estuvo asociada a las mujeres, en los rituales religiosos, por ejemplo, en los pueblos incas, sólo las jóvenes vírgenes del sol podían preparar la cerveza de maíz que consumía el emperador.

Según cuenta una leyenda, para los escandinavos, los héroes que morían en combate accedían a la inmortalidad si bebían cerveza preparada en el caldero de las valquirias o mujeres guerreras, incluso, algunas leyendas mitológicas egipcias asocian a las diosas Hathor e Isis con la fabricación de la cerveza.
Hace tiempo, las mujeres masticaban los granos de lúpulo y de cebada, suavizándolos con su propia saliva, por su parte, en época medieval eran también las mujeres las que solían preparar la cerveza en sus casas, existen, de hecho, registros de los impuestos de la época con anotaciones de nombres de mujeres cerveceras que, además, no gozaban de buena fama entre sus vecinos.

Se cree que la cerveza tuvo su origen en oriente próximo, en este caso, los sumerios fueron los primeros en fabricar un brebaje más o menos parecido a la cerveza que se consume hoy en día, dejando constancia de casi 20 variedades de esta bebida.

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Algunos científicos aseguran que ya en el neolítico los primeros hombres recolectaban cereales y los almacenaban para su posterior consumo, al cocer los granos y fermentarlos en agua obtenían una bebida que se conservaba fácilmente y que era muy nutritiva.
La primera referencia escrita sobre la elaboración de la cerveza se encuentra en unas tablillas de barro sumerias, éstas describen el método casero para elaborar una bebida a partir de pan de trigo y cebada mezclada con agua, que dejaban fermentar.
Los egipcios fueron los que desarrollaron el arte de fabricar cerveza, elaboraban diferentes tipos (se han encontrado reseñas de hasta 17 variedades), la más común se destinaba a las clases más pobres y la más sofisticada, mezclada con especias y miel, se reservaba para las clases altas.

El proceso egipcio de elaboración de la cerveza se iniciaba con la preparación de unas tortas de pan, hechas con cebada y cocidas parcialmente, estas tortas se dejaban reposar sobre una plancha de metal agujereada, colocada en la boca de una tinaja, a modo de tapadera, se echaba agua sobre la torta de pan, poco a poco, para que se fuera disolviendo lentamente, el líquido que caía se filtraba y se dejaba reposar en un ambiente hasta que se produjese la fermentación. El caldo, una vez llegado al punto óptimo de fermentación, se aromatizaba con azúcares provenientes de dátiles o miel y se trasladaba a unas vasijas de terracota, bien selladas, para facilitar su transporte y posterior almacenamiento.

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