La Cerveza en los Monasterios

La Cerveza en los Monasterios

La Cerveza en los Monasterios

La cerveza, como muchas otras bebidas, ha sufrido a lo largos de los años, de mitos y especulaciones, algunas de éstas provocadas por instituciones como la iglesia, sin embargo, lo que muchos no saben es esta institución y la cerveza han tenido una relación estrecha desde hace mucho tiempo.

En la edad media, los monjes europeos salvaguardaron el saber y el conocimiento, literario y científico, incluyendo el arte de la elaboración de la cerveza. Éstos, la perfeccionaron con el empleo del lúpulo, que aportó su sabor y sus propiedades conservantes.

El periodo que comprende desde la desintegración del Imperio romano de Occidente hasta el siglo XV, cuando se produjo la caída de Constantinopla, se convirtió en una época crucial para el desarrollo de la cerveza. Durante esta época, se pueden distinguir dos niveles de fabricación de la bebida: a pequeña escala, para consumo familiar, y a gran escala. Esta última se llevaba a cabo en las cortes y en los monasterios, con métodos más sofisticados. La primera referencia escrita del uso del lúpulo en la cerveza se encuentra, precisamente, en un monasterio alemán y data del año 1150.

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“LA CERVEZA TIENE VARIOS SANTOS PROTECTORES, COMO SAN COLUMBANO, SAN FLORIÁN, SAN BONIFACIO, SAN VITO, SAN ARNOLDO…”

En la Edad Media nació la cerevisa monacorum, la cerveza de los monasterios, que gozaba de una protección similar a la denominación de origen actual y cuyo secreto guardaba con gran discreción cada fraile boticario, generación tras generación.

En los monasterios se producían tres tipos de cerveza, según quien fuera su consumidor final: la prima melior, que era la mejor y se reservaba para las altas personalidades; la servicia, que se elaboraba con avena y se destinaba al consumo interno de los monasterios; y, por último, la tertia, que era la de menor calidad y se daba a beber a los numerosos peregrinos que visitaban estos lugares.

Hasta el siglo XV, aproximadamente, los ingredientes de la cerveza eran la cebada malteada, el agua y el lúpulo. El romero y el tomillo, junto con algunas frutas, se añadían a la bebida para enriquecerla con más aroma y sabor, convirtiendo la cerveza en un excelente producto, con muchas proteínas y muy saludable.

La necesidad de autoabastecimiento de estas órdenes les llevó a los monjes a construir, en muchos monasterios, un edificio de piedra, separado del resto de las edificaciones para evitar accidentes como los incendios, donde elaboraban la cerveza artesanal. Estos edificios se situaban junto al río, con un molino de agua y cercanos a las cuadras de los animales, que se alimentaban con los restos de los cereales. Así, la cerveza se convirtió en algo habitual en la vida monástica, hasta el punto de que esta bebida llegó a ser, en algún momento, el único alimento que se consumía durante la Cuaresma.

Sin duda, la historia nos demuestra que la bebida más querida en el mundo viene de los lugares que menos imaginamos. Ahora ya conoces esta relación tan peculiar entre la cerveza y su ocupación en los monasterios y ahora ya puedes descubrir el secreto hecho arte con Cerveza Masónica, la mejor cerveza artesanal hecha por los mejores maestros cerveceros.